Una nueva entrega del enfrentamiento entre dos de los mejores entrenadores del mundo, el portugués José Mourinho y Pep Guardiola, llega al estadio Santiago Bernabéu con dos aspectos tácticos por solventar, el trivote en el centro del campo madridista y la línea defensiva de tres azulgrana.
Siempre hay espacio para la sorpresa en lo táctico. No todo está inventado. Un clásico es el mejor escenario para sorprender al rival, para introducir una variante que desequilibre. Lo demuestran Guardiola y Mourinho, que en sus últimos cara a cara buscaron movimientos por sorpresa en la batalla.
Son las mismas fichas en el tablero pero posiciones diferentes. En ocasiones apuestas acertadas. Mourinho apostó por el portugués Pepe como medio centro en la final de la Copa del Rey en Mestalla para aumentar la presión y el grado de intensidad defensiva. Arrebató el balón a un sorprendido Barça en la primera parte. Y terminó saboreando el único triunfo en años ante su eterno rival.
Guardiola inventó algo nuevo en un día histórico, cuando venció 2-6 en el estadio Santiago Bernabéu y sentenció el título de Liga de hace dos ediciones. Fue la posición de Leo Messi.
Por primera vez jugó como falso nueve. Sin un referente ofensivo por delante. Todos le esperaban en banda, pero fueron Samuel Eto'o y Thierry Henry los que cayeron a los costados. Juande Ramos, por entonces técnico madridista, no supo reaccionar. Había perdido por goleada el duelo táctico. Quedaba sentenciado.
No todos son aciertos. En la última visita liguera al Bernabéu Guardiola quiso sorprender con Dani Álves como extremo. No funcionó y tuvo que cambiar sobre la marcha. Estuvo a tiempo y el empate obtenido por el Barça fue la estocada definitiva al último pulso liguero.
Tampoco acertó Mourinho días después, en la ida de la semifinal de Liga de Campeones. Tuvo un argumento de defensa posterior, la expulsión de Pepe, pero inició el partido sin un 9. Con Lass y Pepe como escuderos de Xabi Alonso. Tapado el centrocampista español desapareció el fútbol madridista. Fue la menor posesión del Real Madrid en un clásico. Acabó perdiendo 0-2 y enterrando el sueño de la 'Décima' Copa de Europa.
Ahora, con la diferencia de tres puntos pero que serán seis si el conjunto madridista gana en Sevilla cuando recupere la jornada de ventaja de los barcelonistas, el clásico aparece en un nuevo escenario en el que se verá la valentía de sus técnicos.
Mourinho aprendió una lección el día que salió con todo. Con su dibujo ofensivo habitual (4-2-3-1). Fue su primer clásico como técnico blanco. Se llevó una 'manita' del Camp Nou y enseñó al madridismo que al actual Barça no se le gana jugando de tú a tú.
Desde entonces diseña entramados defensivos reforzados en el centro del campo. Trivotes cuyo objetivo es frenar la construcción de las piezas azulgranas.
En su mente estaba repetir la idea mostrada en la salida más seria de la temporada, a Mestalla en Liga. Un 'trivote' de músculo con la presencia de 'Lass' y Khedira como escuderos de Xabi Alonso, el gran referente. Las molestias musculares de Arbeloa lo condicionan.
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